Lunahuaná 2010

Uno de los viajes que hicimos en el 2010 que más me gustaron fue el de Lunahuaná. Lunahuaná está al sur de Lima, por cañete y es considerada la sierra de Lima. Es un sitio que tiene un clima soleado, un gran río donde se hace canotaje y una placita muy acogedora propia de un pueblito sencillo y tranquilo. Yo solía ir por allá con mis padres cuando era más niño, pero esta vez la idea era ir de juerga!


Ese sábado nos juntamos Claudia Mesía, Claudia Orihuela, Ximena, Tara, Fernando Loayza y yo sin ningún motivo en especial, y partimos hacia Lunahuaná. Allá nos esperaba Hugo que estaba de paseo con su papá.

El primer problema fue el hospedaje: A Fernando y a Hugo les gusta más la comodidad y querían irse a un hotel ficho con piscina y todo lo demás, pero la idea de este plan era no gastar nada de plata y hacerlo medio malandroso, además yo había convencido a todos de que vayamos a acampar a orillas del río, nada más peculiar, divertido y barato que eso. El año anterior, en semana santa, había ido con mi hermano y con mi papá a Lunahuaná en uno de esos arranques que a veces me dan por salir de la casa, y nos encontramos con mucha gente que estaba acampando a orillas del río. El ambiente era tan bueno que me encantó la idea, más aún si en la plaza se hacían degustaciones de Pisco Sour a doquier y se comían camarones por montones a precio de regalo. Entonces fue que nació la idea, casi un año después, de hacer lo mismo pero no para semana santa sino un fin de semana cualquiera.


No recuerdo muy bien cómo ni por qué, pero decidimos acampar, eso sí, no al costado del río porque podían haber muchos bichos, sino en un gran -gran- jardín que tenía un baño. Lo genial es que costaba 10 soles por carpa, y en una carpa entra mucha gente! entonces el hospedaje salió regalado.


Se nos dio por almorzar así que fuimos a la plaza, que aún está dañada por el terremoto de Pisco del 2007, pero la comida estaba buena. Ahí ubicamos a la gente que hace cosas divertidas: los de los tours. Ojo, no me mal interpreten, mi gente y yo detestamos que alguien nos diga qué hacer, por eso nunca queremos ir a ningún sitio con guía, pero nos gusta mucho eso de ver qué hay y hacerlo por nuestra cuenta y a nuestro ritmo. Ahí descubrimos que en Lunahuaná, aparte del río, tenían cuatrimotos!

 

Regresamos al campamento, a "orillas" del río y retozamos un poco por que habíamos llegado tan solo unas cuantas horas atrás y teníamos que ordenar las cosas. Además, había que empezar a calentar el cuerpo con alguna de las provisiones alcohólicas que teníamos. Fue entonces que llegó Emilio, que recién aprendía a manejar. En verdad me sorprendió que haya llegado hasta Lunahuaná que está como a 2.5 horas de Lima en su carro manejando él solo... En fin, nos pusimos a tomar algo con la música de los carros, que estaban estacionados estratégicamente alrededor del campamento (así es, metimos los carros hasta donde estaban las carpas) con lo que teníamos música y luz focalizada cuando se necesite.

Estaba muy cerca de anochecer, habrán sido las 5pm cuando decidimos ir a pasear en cuatrimotos. Costaba cerca de 30 soles por persona aprox y era un circuito ya preestablecido y desgraciadamente no podíamos hacerlo solos (nadie te presta una cuatrimoto así nomás). Pagamos y fuimos con los guías que intentaban que no nos escapemos o echemos a perder alguna cuatrimoto. En verdad fue una de las cosas más divertidas que hicimos en Lunahuaná. El recorrido empezaba en la plaza de Lunahuaná y de ahí nos fuimos a la campiña, en búsqueda de un viñedo y donde se supone nos iban a dar degustación gratis de vino. Lo gracioso del tema es que en plenas carreritas Emilio se estampó contra una pared (o sea, gracioso para mí, no para Emilio) y que la Campana se cayó con cuatrimoto y todo a una sequia, de cabeza. Las carreritas, la empolvada a propósito a la gente que estaba atrás tuyo, el meter la cuatrimoto, cerrar el paso para ver si te caes y burlarte del "contrincante" fue, en definitiva, lo más divertido de las cuatrimotos. Al llegar al viñedo nos dieron para probar todos los vinos que existían, y compramos una botella la cual, lógicamente, se rompió al regresar haciendo desmanes en las trochas. Recuerdo que incluso convencimos a los guías (que tendrían como 13 años) de ir un poquito más allá y nos enseñen a hacer piruetas en las cuatrimotos, piques y demás cosas... y después les cayó un resondrón porque eso no estaba permitido.

Y regresamos, extasiados, al campamento. Ahí empezó la juerga, con las luces de los carros, las provisiones traídas de Lima y la música a todo volumen, estábamos en nuestra fiesta privada. No pasó mucho tiempo antes de que decidamos ir a la plaza de armas a ver qué se estaba armando ahí.

Cuando llegamos a la plaza de armas nos pedimos los pisco sours de rigor, y comenzamos a pasar el rato hasta que de repente una mancha de pobladores disfrazados, con orquesta incluida, llegaron tocando y bailando ante nuestra perpleja atención, y es que no sabíamos que ese día se festejaba la vendimia. Era uno de los primeros días de marzo, si no me equivoco. No sé bien qué pasó, lo que sabemos es que cuando llegaron al estrado y se pusieron a cantar y prendieron las luces y todo, en alguna parte se volaron los plomos y la ciudad entera se quedó sin luz. Muy aparte de lo peligroso que podía ser, debo admitir que fue bastante ocurrente. Comimos un par de anticuchos con las clásicas tías de los anticuchos (completamente a oscuras) y nos fuimos a seguir la juerga en las carpas hasta el día siguiente.

   
Al día siguiente, domingo, el calor insoportable nos hizo salir de las carpas, con mucho o poco sueño, daba igual, pero teníamos que salir de las carpas a como de lugar porque nos achicharrábamos. Tomamos "desayuno" o algo así y decidimos ir a hacer canotaje. El canotaje fue genial, aunque se veía recontra peligroso en verdad no era nada peligroso, el río estaba bastante bajo a pesar de que nosotros lo veíamos imponente. Como nos pusieron a Emilio y a mi en la cabeza del bote, nosotros estábamos recontra asustados y remábamos más que nadie, pero atrás estaban divirtiéndose, incluso haciéndonos cosquillas o remando en contra. Te odio Hugo! jajaja

   

El tiempo se nos quedó corto y a eso de las 2pm, cuando estábamos empacando todo, nos dimos cuenta que al costado de nuestro pampón había un hotel simpátiquísimo con piscina y mozos y juegos y gente etc etc entonces como buenos malandrosos decidimos comer alguito para picar, so pretexto para que podamos meternos a la piscina. Y así pasó buen rato hasta que os dueños del hotel se dieron cuenta y nos comenzaron a hacer las cosas más difíciles. Felizmente ya era hora de regresar a Lima, así que cogimos nuestras cosas y regresamos, parando obviamente a almorzar al local de "El Piloto", altamente recomendable pero así como conocido, es caro a comparación de Lunahuaná.

Lunahuaná es un destino altamente recomendable para un fin de semana. Yo me divertí muchísimo y considero que fue el viaje más divertido de todo mi 2010. En verdad su clima medio serrano hace que tenga sol todo el año... y como no es sierra sierra, no hace mucho frío por la noche. Se puede comer camarones sólo desde abril en adelante porque existe un periodo de veda que todo Lunahuaná conserva. Es un sitio muy barato cerca a Lima que nunca tiene pierde.

0 comentarios:

Publicar un comentario