Ayacucho 2010

Semana Santa en Ayacucho es una experiencia juerguística que no puedes dejar pasar, más aún si eres peruano. Lo único malo que tiene Ayacucho es que está en altura.

Nos juntamos a las 4:30am en mi casa Hugo, Joel, Emilio, Christian, Tara, Claudia Mesía, Claudia Orihuela y yo. Sin embargo, salimos casi de día rumbo al sur en búsqueda de la carretera Libertadores que está poco antes de Ica. Cuando entramos a la carretera tuvieron que bajarme del carro porque yo pesaba demasiado y el carro de Emilio no tiene buenos amortiguadores. Christian tomó el carro de Emilio y maniobra peligrosa tras maniobra peligrosa, llegó a Ayacucho 20 minutos antes que Hugo y todos nosotros (obviamente porque nos orillamos a dormir un rato, a hablar con los comuneros y a tomarnos fotos en los campos).

Cuando llegamos a Ayacucho lo primero que debíamos hacer era encontrar el hotel reservado desde Lima. Es más, habíamos pagado desde Lima, y por toda la semana santa, tal como se estila en semana santa en Ayacucho, aún cuando no nos quedáramos todos los días. El Hotel se llamaba "Grau" y estaba administrado por el señor Mamerto Quispe. Más que Hotel lo consideraría Telo, pero aún así nos costó S/. 240 por persona. Quedaba a 5 largas (larguísimas) cuadras de la plaza, pero igual estaba cerca. El señor Mamerto nos puso una cama adicional a menos precio porque no entrábamos muy bien.

Ese día la costumbre era visitar cada una de las iglesias del pueblo (33 iglesias?) pero nosotros preferimos ir a la plaza a tomar una chela y un clásico calientito en el Via Via (el calientito más caro de mi vida, pero se los recomiendo a todos!). El  Via Via es un restaurat / bar hecho por unos belgas y está ubicado en la plaza de armas, en un segundo piso y con un balcón precioso por donde se ve como va cayendo el sol. Ahi estuvimos Christian, Emilio y yo tomando unos tragos (cero aclimatamiento) y cuando tocó ver las iglesias sólo vimos una y en verdad no quisimos ver más. A pesar de que cada una era distinta, para nosotros todas eran casi casi iguales.






Esa noche decidimos ir a bailar a una discoteca que nos habían recomendado desde Lima: The Rock (pero nadie la conocía con otro nombre que no fuera "La Roca"). En medio de Ayacucho, con una botella de calientito de 3 litros comprada a S/.5, nos dimos con la sorpresa de que esta discoteca "La Roca" era el Aura Ayacuchano. El local era espectacular y nos quedamos ahí hasta casi las 5am.


Al día siguiente se nos ocurrió no perder el tiempo haciendo cosas sin sentido y decidimos ir a conocer la pampa de la quinua. En verdad no era más que una pampa enooooorme con alto contenido histórico, pero a pesar de ser sólo una pampa, puedo asegurar que esa visita valió la pena. La pampa es hermosa y tiene hartos lugares para tomarse fotos. De hecho con Hugo, Joel y con el resto nos tomamos mil fotos y en verdad estuvimos buena parte de la tarde jugando en la Pampa de la Quinua.



Regresando nos fuimos a cambiar y salimos un rato a ver qué había en la plaza de armas de Ayacucho un viernes por la noche. Nos dimos con la sorpresa de que había un mar de gente en toda la plaza, y estaba completamente a oscuras. Sólo un anda de Cristo y de María (de negro) alumbraban la plaza de armas. Caminar? imposible. Ahí recién comprendí lo ferviente de la semana santa en Ayacucho. Estuvimos poco tiempo ahí, esperar fuera de la plaza hasta que todo pasara. Ese día nos fuimos a la discoteca Killa, que quedaba en la punta del cerro. Era una discoteca a todo dar, enorme, de 2 pisos, etc etc. Nunca me imaginé que fuera así.
 
Por fin llegó el sábado, el día esperado por todos, la promesa del esplendor de la Semana Santa en el Perú, el día por el que es conocido Ayacucho. El día empezó con caballos de paso paseando por la ciudad, y con un conglomerado de gente en medio de la plaza de armas de Ayacucho, vistiendo polos colores rojo y blanco típicos de ese día en Ayacucho, y esperando la pasada de los toros. Mientras más gente llegaba, más se usaban las pistas y todos los espacios de los alrededores de la plaza. Ahí estábamos nosotros, apretados entre la multitud que no dejaba espacio ni para caminar.

Todos los asistentes, con chela en mano, mataban la espera de la aparición del toro haciendo diversas actividades, unas más interesantes que otras. Por ejemplo, nosotros nos unimos con un grupo de limeños que estaban queriendo hacer una pirámide humana de 3 pisos. Veíamos cómo las otras pirámides caían al piso y sabíamos que podríamos hacerles la competencia, total, tan difícil no podía ser. Vinieron los bomberos a echar agua con su camión de bomberos a los que estaban más cansados, y así nos la pasamos hasta que alguien gritó "Toro!" y como si fuera reacción en cadena, todos gritaron Toro y en un abrir y cerrar de ojos, la pista, que hacía menos de 2 segundos estaba rebentando de gente, un segundo después ya estaba vacía: Todos habían saltado a donde fuera con tal de no estar en la pista en ese momento. La cantidad de personas aplastadas fue alto (yo de un salto le di un pisotón a una señora que me gritó de la A a la Z). Desgraciadamente para todos, era una falsa alarma pues el toro no venía. Igualito pasó 2 veces más hasta que por fin apareció el toro, pero con una soga para que si la cosa se pone fea lo puedan detener. Algunos avezados hicieron algunos juegos con los toros, pero al poco rato se los llevaron.




Ni bien desaparecieron los toros, todos empezamos a correr alrededor de la plaza de armas bailando, gritando, tomando, riendo. Todos eran amigos de todos. Todos, con trago en mano, empezamos a bailar la música típica y a juntarnos a otros grupos (imagínense en altura lo que cansa hacer eso). Incluso a nosotros nos entrevistaron en un canal Ayacuchano (el programa lo vimos en diferido desde el hotel). Sin embargo, como había empezado temprano, cerca de la 1pm nos fuimos a almorzar y quedó pocas personas en la plaza. La alegría de unos cuantos en la plaza hacía que la buena onda se quede impregnada y te llame a unirte después.

Después de almorzar regresamos al hotel a descanzar un poquito para después retomarla. Cuando regresamos a la plaza, ya de noche, la plaza se había convertido en un jolgorio. Compramos trago para empilarnos y empezar a bailar. Pasó de todo esa noche, pero la idea era quedarnos despiertos hasta las 6am que es cuando pasa el anda lleno de velas, característico de Ayacucho. Uno a uno, mis amigos fueron retirándose a dormir. Al final solo quedamos Joel y yo. Vimos el espectáculo del anda con velas (ya de madrugada) y tuvimos que hacer un gran esfuerzo para salir de la multitud. Ese día debíamos regresar temprano porque a más tardar a las 12m salíamos rumbo a Lima, por lo que decidimos probar el caldo de cabeza ayacuchano en un mercadito típico (dónde más?). Pedimos parte lengua porque parte ojo no podría comer jamás. Sinceramente a mí no me gustó tanto como me lo habían pintado, pero no me desagradó.


 
Así fue que regresamos al hotel y al día siguiente partimos de regreso a Lima.

Después, ya conversando en perspectiva, Ayacucho es un lugar fantástico para pasar semana santa. De hecho no hicimos varias cosas que debíamos hacer. El problema es que el único día que realmente vale en juerga es el sábado, que es una juerga de calle. El jueves y viernes es lo mismo que irte a cualquier otra discoteca. Por eso la recomendación, si sólo buscas juerga, es saber qué hay en huacachina, paracas, Lunahuaná o Chincha el día jueves y llegar el viernes en la tarde a Ayacucho, porque el sábado es imperdible, y es desde tempranito!

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